domingo, 20 de junio de 2010

No es lo que parece

Ella abre y cierra el celular, una y otra vez. Lo apoya sobre la mesa, camina de un lado hacia otro, se sienta, se inquieta, se levanta.
Vuelve a caminar, pero esta vez contando la cantidad de baldosas blanca y la cantidad de negras que hay en el piso de su cocina. Intenta pensar en otra cosa, intenta distraerse, intenta no pensar.
Enciende un cigarrillo, da unas pitas, acto seguido lo apaga.
Piensa y repasa en su mente el diálogo que mantendrá con él cuando de una vez suene el maldito celular, o por lo menos lo que ella imagina que dirá. Pero el pequeño teléfono continúa inmóvil sobre la mesa, sin vibrar, sin sonar.
Se corta las uñas con los dientes, una por una, mientras un par de lagrimas se desprenden de sus ojos y caminan por su rostro.
Los minutos pasan, minutos que se hacen horas, hasta que por fin el celular comienza a vibrar. No le da tiempo ni a que suene que en un rapto de desesperación lo abre. No es una llamada, es un mensaje.
Lo lee y comienza a reír cual desquiciada.
No es la persona que ella tanto esperaba, no es esa persona con la que necesitaba hablar, sino una promoción de Movistar

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