martes, 24 de agosto de 2010

Mi cadaver exquisito.

Buscan sus miradas entre una multitud. Las buscan porque las perdieron en una batalla cuerpo a cuerpo varias noches atrás. Las perdieron entre los abrazos que se debían. Entre los besos que ya no cabían en sus cuerpos. Las perdieron ahí donde las cuentas no daban exactas. Donde las tildes no tenían su lugar.
Las buscan convencidos de encontrarlas y sostenerlas con el único fin de que sus ojos hablen por sí mismos. Que digan lo que callan sus labios, que traduzcan aquello que piensan sus cuerpos.
Desesperados, casi sin pestañear buscan sus miradas.
Las buscan porque saben que a través de ellas pueden ver sus almas, y no se conforman con tan sólo verlas, tan osados desean con fervor tocarlas. Porque dicen que cuando las almas se tocan un pecho se infla, y un enorme suspiro abandona una garganta seca.
Dentro de la poca consciencia que les queda buscan sus miradas, lo que aún no saben es que si las encuentran se hallaran nada más y nada menos que a ellos mismos. Descubrirán quienes son. Y lo único que les resta es caer en la cuenta de que en verdad buscaban sus propios besos, sus propias cuentas y sus propias miradas.



Dicen que para ser feliz hay que ser un tanto egoísta, es de la única manera de hacer feliz al resto.


lunes, 23 de agosto de 2010

Con tan sólo...

Con tan sólo una palabra pudo destruir sus sentimientos.
Con tan sólo un abrazo pudo robarle las lágrimas contenidas.
Con tan sólo una burla pudo adueñarse de sus enormes sonrisas.
Con tan sólo apoyar las manos en su espalda pudo sentir como latía su corazón.
Con tan sólo ser él, se ganó su confianza.


Feliz cumpleaños Pitta.
Te quiero.

martes, 17 de agosto de 2010

Los 5 años más lindos

Un día nos sumergimos en las aguas y volvimos desde las profundidades del mar.

Un día despertamos, jugamos y bailamos hasta que llegó el tan inesperado Apocalipsis Animal.

Un día nos disfrazamos de Hechiceras y pasamos la noche en un bosque, caimos en un pantano, corrimos, gritamos. Pero sobrevivimos para mostrar todo nuesrto esplendor.

Un día fuimos agua, fuimos turistas, fuimos catástrofe, fuimos miedo. Ese mismo día fuimos un Tsunami.

Un día fuimos niñas, y cuando escuchamos esa voz nos convertimos en guerreras, fuimos Juana de Arco y lamentablemente enloquecimos hasta arder en llamas. Pero ese día nos santificaron.

Un día fui un Pez, y pasé a ser una Cebra, luego fui hechicera y me convertí en Tsunami. Me despedí siendo Juana. Pero solo fue un "hasta luego" Fui todo eso de la mano de muchisimas personas. Pero el responsable de todo fue, lejos, EL MEJOR.


domingo, 18 de julio de 2010

Un triste juego.

Una noche jugamos a caernos bien.
Fingimos sentir algo más de lo que en verdad nos pasaba.
Nos sumergimos en un mar de mentiras que no pudimos controlar, aunque, confieso, ni siquiera lo intentamos. Sabíamos lo que pasaría acto seguido, pero poco nos importó y continuamos fingiendo.
Una noche jugamos a conocernos. Jugamos a caminar de la mano y a besarnos en cada esquina.
Jugamos a buscar el amanecer entre las sábanas de una cama desordenada.
Esa misma noche nos engañamos a nosotros mismos y jugamos a ser felices.
Pecado fue creer que el juego se convertiría en realidad. Creer que el punto final de esa mañana era perseguido por dos puntos suspensivos.
Pero, aunque cabía una mínima ilusión de convertir ese juego en la mismísima cotidianidad, sabia que ese beso en la entrada de la estación del subte no seria el primero de una realidad, sino el ultimo de una noche de juegos. El último que nos daríamos antes que la realidad nos aplastara, y ya no fingiéramos más, ya no jugásemos más.

domingo, 20 de junio de 2010

No es lo que parece

Ella abre y cierra el celular, una y otra vez. Lo apoya sobre la mesa, camina de un lado hacia otro, se sienta, se inquieta, se levanta.
Vuelve a caminar, pero esta vez contando la cantidad de baldosas blanca y la cantidad de negras que hay en el piso de su cocina. Intenta pensar en otra cosa, intenta distraerse, intenta no pensar.
Enciende un cigarrillo, da unas pitas, acto seguido lo apaga.
Piensa y repasa en su mente el diálogo que mantendrá con él cuando de una vez suene el maldito celular, o por lo menos lo que ella imagina que dirá. Pero el pequeño teléfono continúa inmóvil sobre la mesa, sin vibrar, sin sonar.
Se corta las uñas con los dientes, una por una, mientras un par de lagrimas se desprenden de sus ojos y caminan por su rostro.
Los minutos pasan, minutos que se hacen horas, hasta que por fin el celular comienza a vibrar. No le da tiempo ni a que suene que en un rapto de desesperación lo abre. No es una llamada, es un mensaje.
Lo lee y comienza a reír cual desquiciada.
No es la persona que ella tanto esperaba, no es esa persona con la que necesitaba hablar, sino una promoción de Movistar